Capítulo 728
Lorena estaba sentada al borde de la cama, y él, en el suelo, a sus pies. Ese gesto resultaba natural y afectuoso, como si fuera un perrito necesitado de consuelo.
Su mano se detuvo por un momento, sus dedos se deslizaban entre su cabello húmedo, mientras que con la otra sostenía el secador un poco más alto.
Ella no lo apartó. Sentía que él, esa noche, era como un gran animal empapado bajo la lluvia, sin un hogar al que acudir.
Después de siete minutos, su cabello ya estaba seco.
Pensó que entonces él se apartaría, pero no lo hizo.
Ella guardó el secador y enrolló el cable. Por un momento, no supo qué decir.
Si lo apartaba, justo ahora que necesitaba consuelo, sería cruel.
Pero si no lo hacía, tampoco era apropiado.
Levantó la mirada hacia el reloj en la pared. Marcaban las diez.
—Pedro, deberías dormir.
Él respondió con un murmullo, pero no la soltó.
Lorena levantó la mano y le acarició la cabeza. —Duerme. Mañana pensaremos juntos qué hacer.
Él apoyó la cabeza en su cintura, frotándos

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