Capítulo 805
Cuando regresó al dormitorio principal, Pedro seguía con los ojos cerrados, pero ella sabía que, con el carácter de ese hombre, seguramente su mente estaba llena de pensamientos, solo que no quería preguntarle.
Le repitió lo que aquel misterioso individuo había dicho y luego preguntó: —Pedro, ¿crees que esta vez vinieron por mí o por ti?
Él finalmente abrió los ojos y miró al techo, con cierta confusión en la mirada.
Pero esa confusión, sin duda, no era por lo ocurrido en esta ocasión, sino por otras cosas.
—Lori, quiero irme a dormir.
Ella se acercó despacio; al ver sus ojos vacíos, se preocupó. Levantó la mano y le palpó suavemente la frente, luego suspiró.
—No me hagas preocupar más; Si hay algo que te afecte, dímelo, no me obligues a adivinar.
Sus pensamientos ya eran de por sí difíciles de descifrar y, si a eso se sumaba su empeño en ocultarlos, ella aún menos podía comprenderlo.
Temía que, con cualquier gesto, su enfermedad mental se agravara.
Pero si él hubiera estado dispuesto

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