Capítulo 843
El auto se detuvo en la entrada de su vecindario, pero su casa solo tenía ciento cincuenta metros cuadrados. Si tres personas y dos perros grandes se mudaban allí, el espacio se volvería bastante estrecho.
Lorena observó todo lo que sucedía y bajó la mirada. —Está bien, vamos a la casa de Juan.
Juan vivía en una villa, donde había pocos sirvientes, lo suficiente para acomodarlos.
Pero Juan no esperaba que llegara tan tarde, y mucho menos con un desconocido.
—¿Lorena, estás enferma? ¿Por qué estás tan pálida?
Lorena negó lentamente con la cabeza y se dirigió a la habitación en la que había dormido antes. —Estoy muy cansada, acomoda a los dos en alguna habitación para que descansen, lo que sea, lo hablamos mañana.
Juan permaneció en el mismo lugar, sin moverse, y solo cuando su figura desapareció, miró a Emilio.
—Estás con Lorena, cuéntame, ¿qué pasó realmente?
Emilio no sabía qué había ocurrido, se rascó la cabeza. —No lo sé, mañana le pregunto. Juan, por favor, consígueme una habitació

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