Capítulo 905

A la mañana siguiente, ambos tomaron un avión de regreso. Para cuando se marcharon, los rumores sobre ellos en Costadorada ya estaban en boca de todos. Lorena incluso le habló del asunto de Jardines de la Paz y, cuanto más lo pensaba, más rabia sentía. Miró a César, que los acompañaba de vuelta al país, y no pudo evitar preguntar: —César, ¿ese Jardines de la Paz de verdad no es territorio de Pedro? César lo consideró gracioso; en los últimos días la señora Guzmán se había mostrado muy activa, y el ánimo del jefe Pedro había mejorado mucho gracias a ello. —Sí es del jefe Pedro, señora Lorena. Aquella noche usted lo manejó muy bien. Ella enmudeció de inmediato. Esa noche había salido en defensa de Pedro y actuado con demasiada impulsividad. De no ser por Salvador, seguramente aún estaría en prisión. Se recostó sobre el hombro de Pedro y, como siempre, se repitió a sí misma: pasara lo que pasara en el futuro, ambos lo enfrentarían juntos. Al volver a Costadorada, la llevaron a Jardines de