Capítulo 57
La mirada de Fabiola era distinta a la de siempre.
Observaba atento al hombre que tenía enfrente, ocupado en pelar la manzana, con unos ojos cargados de escrutinio y una infinita curiosidad difícil de describir.
Marcos también notó algo extraño en ella. Detuvo con brusquedad el movimiento de sus manos, levantó la cabeza y la miró. —¿Qué ocurre? ¿Te lastimaste la mano hace un momento?
Tras decirlo, Marcos asustado se incorporó y levantó la manta de Fabiola, buscando en sus manos algún indicio de herida.
Sin embargo, no encontró ninguno.
Bajó entonces la mirada hacia el rostro incómodo de Fabiola, con expresión de duda y preocupación. —¿No te sientes bien?
Fabiola quedó inmóvil por unos segundos y, al poco tiempo, se arrojó contra el pecho de Marcos. —Sí, no me siento bien. Estuve pensando en ti toda la noche. Llegaste demasiado tarde.
Al verla acurrucarse con mimo en sus brazos, Marcos sonrió y le acarició con dulzura su cabello. —Amor, estuve ocupado con asuntos de la empresa.
Fabiola

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