Capítulo 1038
Camila sonrió y dijo: —Gracias, jefe Samuel, por su preocupación, estoy muy bien.
Samuel respondió: —Si estás bien, entonces yo por mi parte me quedo tranquilo.
Camila sintió cómo la sombra que pesaba en su corazón se disipaba por completo y su ánimo mejoró de inmediato.
Y se dispuso a seguir trabajando en sus diseños.
Muy pronto llegó el mediodía y era hora del almuerzo.
Apenas entró a la cafetería, distinguió dos figuras familiares: Teresa y Claudia.
Teresa le había dicho a Claudia que descansara, pero no esperaba que ella fuese a clases.
Camila no creía ni por un instante que Claudia estuviera allí por amor al estudio.
Como era de esperar, Claudia la vio enseguida y corrió hacia ella con entusiasmo: —¡Camila, viniste a comer!
Camila no tenía ganas de prestarle atención.
Pero Claudia la sujetó: —Camila, ¿qué quieres comer? Yo hago la fila por ti y te lo compro.
Teresa no pudo contenerse y dijo enseguida: —Claudia, no te busques un rechazo, ¿no ves que a ella ni le importas?
Claudia a

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