Capítulo 1088
Alberto ajustó su postura, haciéndola sentarse a sobre él. —¡No tengo miedo al dolor! Si quieres morderme, ¡muérdeme!
Y volvió a besarla.
Raquel se sentía completamente débil. En ese instante, los botones de su blusa fueron desabrochados y ella, apresurada, lo rechazó. —¡No!
Alberto la miró con una intensidad ardiente y una voz ronca. —¡No me rechaces!
Raquel, preocupada, murmuró: —Tu cuerpo...
Alberto respondió con impaciencia: —¡Si te preocupas por mí, entonces no perdamos tiempo! ¡He deseado esto todo el día!
Raquel lo golpeó con el puño. —¿Me buscaste solo por esto?
Alberto replicó sin rodeos: —¡Sí! ¿Está bien o no?
Raquel quiso golpearlo otra vez, pero él la besó.
De repente, ella recordó que ya estaba embarazada. Aunque con más de tres meses era posible tener relaciones, temía que él fuera demasiado brusco.
Apoyó las manos sobre sus hombros. —Espera.
Alberto besó la punta de su nariz; su voz sonó ronca y magnética. —¿Y ahora qué pasa?
Raquel susurró: —¡No seas tan brusco! ¡Sé más

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