Capítulo 863
Las dos manos de Samuel, que colgaban a sus costados, de repente se apretaron en puños. Dio grandes pasos hacia adelante, llegó a la mesa de Camila y Alarico, y dijo: —¡Ella no va a comer!
Al escuchar la voz familiar, Camila levantó la cabeza y se quedó atónita. —Samuel, ¿por qué viniste?
Samuel extendió la mano y sujetó con fuerza el delgado brazo de Camila, la levantó directamente de la silla y ordenó: —¡Ven conmigo!
Samuel quería llevarse a Camila.
Alarico intervino, —Señor Samuel, ¿vas a llevarte así a Camila? ¡Hoy ella vino a cenar conmigo!
Samuel miró a Alarico con una frialdad, y dijo: —Ahora Camila es mi novia. Te advierto, si la vuelves a invitar a mis espaldas, no me culpes por no ser cortés contigo.
Samuel tiró de Camila y salió del restaurante.
Alarico dejó caer con fuerza el cuchillo y el tenedor sobre la mesa. Ya lo había provocado así por teléfono, y aun así Samuel vino y se llevó a Camila.
Parecía que esta vez su estrategia para sembrar discordia había fallado.
¡Qué mol

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