Capítulo 984
Camila no supo cuánto tiempo había pasado; solo sentía que era como un pequeño bote flotando y tambaleándose sobre el mar, subiendo y bajando entre las olas, hasta que una última gran ola la cubrió por completo.
Samuel la abrazó y la llevó a bañarse; después la regreso a la cama. Camila, exhausta, se acurrucó bajo las sábanas y se quedó dormida.
Samuel le pellizcó suavemente la mejilla. —Cariño, ahora no puedes dormir todavía.
Camila cerró los ojos y protestó con voz suave y dulce: —No me molestes, tengo mucho sueño...
Samuel acarició su largo cabello húmedo. —Todavía tienes el cabello mojado, déjame secártelo con el secador.
Él tomó el secador y le secó el cabello.
Sus movimientos eran tan delicados que no la despertó; Camila sentía los dedos largos de Samuel deslizándose por su pelo, mientras el aire cálido iba secando cada gota de agua.
Al terminar, Samuel dejó el secador, entró al baño y también se bañó.
Se metió en la cama levantando la sábana. Aunque era su habitación, desde que

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