Capítulo 6
Sofía tuvo un sueño muy largo.
Ella regresó a cinco años atrás, al momento en que conoció por primera vez a Víctor.
En aquel entonces, ella aún no había perdido la vista, y lo que más le gustaba era salir a explorar al aire libre.
Se encontró con él cuando había resbalado y caído en una montaña desierta, donde se había roto una pierna, tenía una fiebre muy alta y estaba al borde de la muerte.
Ella sacó todas sus provisiones de comida, agua y medicinas para salvarle la vida.
Víctor permaneció inconsciente durante tres días antes de despertar, y para entonces Sofía ya estaba agotada y se había desmayado.
Fue él quien se cortó la muñeca y le dio de beber su sangre diez veces para mantenerla con vida hasta que llegara el equipo de rescate.
Cuando Víctor la cortejó, dijo que haber salido con vida de aquella montaña desierta era sin duda un lazo no resuelto de la vida pasada, una disposición del destino.
Pero de pronto la escena cambió, y apareció el momento en que Víctor, para salvar a Nancy, la arrojaba a las bestias.
Sofía gritó con espanto y abrió los ojos.
Sus manos y pies estaban atados, y una tela negra le cubría la vista, sin poder ver nada.
Solo alcanzó a oír vagamente voces a su alrededor.
—Jefe Víctor, ustedes, la familia Rodríguez, se apropiaron de las tierras de nuestra familia Vázquez, me llevaron a la bancarrota, ¿no deberían pagar un precio por ello?
—Óscar Vázquez, ¿te atreves a secuestrarme? Tendrás que pagar las consecuencias.
Era la voz de Víctor.
Óscar soltó una carcajada, con un tono delirante. —Aunque muera, me llevaré a alguien conmigo. Pero solo matarte sería demasiado barato para ti.
Él clavó la mirada en Sofía durante un instante, y de repente curvó cruelmente la comisura de los labios, sonriendo de manera burlona. —¿Por qué no jugamos a un juego?
Víctor apretó los puños con fuerza, y la furia se desbordó en su mirada.
—Tengo aquí tres pequeños castigos, jefe Víctor. Tú mismo vas a elegir a quién salvar.
Con un gesto de su mano, Sofía y Nancy fueron arrastradas a la fuerza hacia donde estaba Óscar.
—¡Mmm! ¡Mmm! —Nancy luchó aterrada.
Sofía apretó los dientes, soportando el dolor de las piedras que desgarraban su espalda.
Al ver aquello, las venas se marcaron en la frente de Víctor.
—Déjalas libres. Lo que haya entre tú y yo no tiene por qué involucrar a otras personas.
Pero Óscar hizo oídos sordos. —El primer castigo: la inundación con agua del mar.
La respiración de Víctor se detuvo un instante. —Lo que quieras, puedo dártelo, pero déjalas ir.
—¡Basta de palabras! —La mirada de Óscar se volvió sombría y cruel—. Ya que no eliges, ¡entonces las arrojaré a las dos al mar para que se las coman los tiburones!
Apenas terminó de hablar, Sofía y Nancy fueron pateadas y arrojadas al agua helada del mar.
—¡No! —rugió Víctor.
En un instante, el sabor salado del mar invadió la boca y la nariz de Sofía, y una sensación de asfixia la envolvió por completo.
Ella se debatió bajo el agua, y sus pulmones se desgarraron con brutalidad.
Así fueron arrojadas y rescatadas una y otra vez, tres veces seguidas.
Sofía ya estaba al borde de la muerte.
Cuando Óscar hizo señas a sus hombres para arrojarlas al agua por cuarta vez, los ojos de Víctor se tiñeron de rojo y su voz rasgó el aire, ronca y desesperada. —¡Óscar! ¡Detente, yo elijo!
—¿Oh? ¿A quién quiere salvar el jefe Víctor? ¿A Sofía o a Nancy?
La mirada de Víctor vaciló entre Sofía y Nancy durante mucho tiempo, pero al final se posó en Sofía.
—Yo...