Capítulo 27
En la villa solo estaban Leocadio, Adelfo, el mayordomo y algunos robots domésticos.
Era la villa de Adelfo, por lo que naturalmente, no había motivo para que alguien entrara con sigilo. Así, concluyó que la persona que tocaba la puerta solo podía ser Leocadio o Adelfo.
Adelaida no se preocupó demasiado.
—Adele...
Cuando Adelaida abrió la puerta, Leocadio apareció frente a ella en su forma de lobo, frotando su cabeza contra su cintura y manos.
—¿Qué pasa? ¿Ahora también imitas a un perrito para que te acaricien?—Adelaida extendió la mano y acarició la cabeza de Leocadio, dejándolo frotar su mano.
—Ahhh...
Parecía un gemido de incomodidad o tristeza. Leocadio no dijo nada, solo levantó la mirada hacia Adelaida con una expresión contenida, sus ojos tenían una ligera tonalidad rojiza, como si hubiera reprimido algo.
—¿Qué es lo que te pasa?—Al escuchar el ruido, Adelfo salió para ver qué sucedía.
—¿Te sientes mal?—Adelaida notó que algo no estaba bien con Leocadio e intentó usar su Poder

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