Capítulo 84
La respiración de Leocadio se volvió visiblemente más pesada, su rostro tan rojo como el trasero de un mono.—Adele...
Leocadio se acercó a Adelaida, con la intención de besarla.
El aire estaba lleno del aroma de Adelaida, y Leocadio sintió que iba a desmayarse de felicidad.
Adelaida se inclinó hacia él, fingiendo que iba a besarle.
Las pestañas de Leocadio temblaron ligeramente, su mirada fija en los labios rojos de Adelaida.
—Ya basta, no te estoy molestando más. Sabes que hoy no es posible,—dijo Adelaida, posando un beso en la comisura de sus labios antes de levantarse y buscar ropa para cambiarse en el baño.
Leocadio asintió con una expresión resignada, sintiendo que su cuerpo estaba algo caliente.
Aunque Adelaida ya se había cambiado, Leocadio seguía sintiendo algo de vergüenza al mirarla.
La escena de antes aún estaba grabada en su mente.
—Parece que ya se está oscureciendo,—dijo Adelaida, al notar que la luz exterior comenzaba a desvanecerse.
Leocadio no respondió, simplemente ma

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