Capítulo 1282
Anthea, me debes un hijo.
Esta frase fue como un trueno.
El cuerpo de Anthea se puso rígido y sus ojos gradualmente se pusieron rojos.
Niño.
Ese niño...
Los ojos oscuros de Adam también estaban teñidos de rojo. Debido a la ira o la tristeza, su voz de repente se volvió ronca: "¡Lo abortaste sin mi consentimiento! Anthea, me lo debes. ¿Te atreves a negar eso?"
Los labios de Anthea temblaron.
No podía decir una oración completa porque no se atrevía a decirla. El niño era su dolor.
La sensación de incapacidad de perder volvió a ella y las lágrimas cayeron de sus ojos.
Cómo deseaba poder decirle que no era su voluntad.
¡Ella no era tan cruel!
Esa era una pequeña vida, la continuación de su vida, su hijo. ¿Cómo podía soportar abortarlo? Sin embargo, no había otra manera. El dios no le dio una oportunidad. ¡Desde el día que lo tuvo, estuvo destinada a perderlo!
Innumerables emociones se amontonaron en el pecho de Anthea, inefables.
Adam sintió humedad.
Desde que supo que ella había regresado

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