Capítulo 9
La mano de Charlie cubrió la mano derecha de Wendy y respirando con dificultad, puso su barbilla en su hombro. Por un momento, Wendy sintió que se le había salido el alma del cuerpo y quedó aturdida. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero ella sentía todo el peso de Charlie sobre ella, como si fuera una gran montaña. "Um ..." Wendy se dio cuenta, por primera vez, que un hombre era capaz de emitir un gemido tan encantador.
"¡Ding-dong!"
El sonido del timbre la despertó de sus pensamientos. La sensación que quedó en su mano le recordó lo que acababa de hacer. Al mirar la satisfacción en los ojos de Charlie, Wendy quiso llorar. ¿Se podía golpear la cabeza hasta morir? Wendy se puso de pie de un salto y corrió rápidamente hacia la puerta.
Ignorando la curiosidad del empleado, Wendy corrió como si un lobo la estuviera persiguiendo, agarró la ropa y poniéndosela encima se fue hacia el baño al final del pasillo. Charlie había sido considerado al pedir un traje, ropa interior y zapatos de su talla. Wendy no sabía cómo lo había hecho, tal vez lo adivinó o solo lo sintió…
Wendy Lim se sonrojó de solo pensar en eso, la sensación que le había quedado en la mano le molestaba, así que se lavó tres veces con jabón líquido antes de salir del baño. Sin embargo, cuando intentó salir del hotel, el gerente de la recepción la detuvo y dijo: "Lo siento, señorita Lim, pero no puede salir sin pagar la ropa”.
Wendy se quedó sorprendida, el gerente tenía una actitud tan dura que se notaba que iba a llamar a la policía si ella no pagaba la cuenta. Wendy se miró y, al no poder quitarse la ropa, siguió al gerente hasta la recepción para pagar.
"¿Se podría tratar de un error?”, preguntó Wendy.
"No, señorita Lim". Wendy estaba confundida, el precio de la ropa era exactamente el monto que la clínica le había reembolsado por salir antes.
Wendy nunca podía descansar durante los fines de semana, si bien no tenía que trabajar en la oficina, tenía que cumplir el resto de los trabajos a medio tiempo que tenía. El día de hoy ella había hecho una promoción para un supermercado y había terminado antes de las cinco, así que aún tenía tres horas para llegar a su otro trabajo de medio tiempo en el bar. Wendy iba a aprovechar en comprar algunas cosas de su día a día que estaban en descuento y, si le quedaba tiempo, incluso podría ir a visitar a su abuela.
Al bajar de la escalera eléctrica, sacó una caja de yogurt para beber, pero de repente chocó con alguien. La mujer gritó enojada: "Ah, ¿Acaso te has olvidado tus ojos en casa?”
"Lo siento mucho, ¿Estás bien ...", dijo Wendy disculpándose rápidamente, pero cuando levantó la mirada reconoció el rostro familiar y pensó en la mala suerte que estaba teniendo.
"No, no estoy nada bien, acabas de ensuciar mis zapatos nuevos", dijo Yolanda enojada mientras hacía una pataleta. En su rostro apareció una sonrisa malvada y señalando sus zapatos dijo: “Pero, aceptaré tus disculpas si te agachas y me limpias los zapatos”. Wendy no quería tener nada que ver con esa loca mujer, así que simplemente le lanzó a Yolanda un paquete de pañuelos y, dándose la vuelta, se alejó.
"¡No puedes irte así o te haré lamerlos hasta que queden limpios!" Yolanda agarró a Wendy con fuerza decidida a no dejar pasar esta oportunidad para humillarla. Sin embargo, su expresión cambió rápidamente cuando vio a alguien. Una gran sonrisa apareció en su rostro y dijo: “Charlie, aquí estoy".
Wendy vio cómo el hombre alto y fuerte se acercaba. Él estaba usando una camisa gris, una bonita corbata y un traje negro, acompañado de un lujoso reloj y unos gemelos de platino que demostraban su alto estatus social. Otra de las odiosas personas con las que Wendy no quería cruzarse acababa de aparecer. Al ver eso, Wendy decidió no volver a salir de casa sin ver su horóscopo del día.