Capítulo 260
Pero él retrocedió, y Ángeles aprovechó la oportunidad para saltar de la cama y estrellar la lámpara contra la pared.
¡La lámpara se hizo añicos!
Ángeles recogió un trozo de los trozos de vidrio y lo sostuvo en su mano; el fragmento era afilado y, aunque su mano sangraba profusamente, lo apretó como un arma para defenderse, impidiendo que Oscar se acercara.
—¡Si te atreves a acercarte a mí, yo no respondo malnacido! —exclamó Ángeles con fiereza.
—¡Solo inténtalo!
Oscar estaba furioso, si hubiera sabido que esto sucedería, no habría sido tan indulgente al principio.
Pero, por suerte, el efecto de la droga ya estaba actuando. La cara de Ángeles se puso roja y sus ojos comenzaron a nublarse; no pasaría mucho tiempo antes de que ella no pudiera mantenerse en pie.
Así que Oscar no se apresuró.
Pero lo que no esperaba era que Ángeles, sosteniendo el fragmento, se cortara el brazo.
Instantáneamente, su mirada recuperó algo de lucidez.
—Pero...
Oscar estaba increíblemente sor

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