Capítulo 507
La niebla en la selva se hacía cada vez más densa, imposibilitando distinguir cualquier dirección; parecía haber caminos por todas partes, pero a la vez no había ninguno.
Rafael, sosteniendo a Nancy, había dado una gran vuelta por el área y, al perder completamente la orientación, un sudor frío le recorrió el cuerpo instantáneamente.
Perderse en un lugar así era sinónimo de muerte segura.
Nancy también se dio cuenta de que algo no estaba bien y, aterrorizada, exclamó: —Debemos regresar, tenemos que volver, ¿y si hay animales salvajes por aquí...?
Rafael apretó los dientes y, llevando a Nancy, corrió de regreso por el camino por el que habían venido, ambos empapados en sudor, hasta que se detuvieron nuevamente frente a un árbol marcado con rasguños.
—Querida, ¡ya hemos pasado por aquí!
Rafael también lo había visto y, sintiendo el temblor de Nancy, intentó tranquilizarla: —Probablemente me equivoqué de dirección antes, probemos por allá.
Sin embargo, después de cambiar varias veces de d

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