Capítulo 10

Ramón había contratado al equipo de captura de roedores más profesional y a los bomberos, y juntos se dirigieron a la casa de Sofía. Había exactamente mil ratas. Un grupo de personas se afanó toda la tarde hasta que logró limpiar por completo la vivienda. Después de que se marcharon, a Sofía le costó muchísimo calmarse; temblando, se bajó con dificultad del armario. Pero al ver sus bolsos y zapatos de marca roídos por las ratas, Sofía no pudo evitar volver a gritar: —¡Ramón! ¡Mira lo que hizo esa perra de Lucía! —¡Ya dije que aquel día solo estaba bromeando! ¿Era necesario que se vengara así de mí? —¡Llámala ahora mismo y dile que venga! ¡Debe pagar por esto! ¡No pienso soportar esta injusticia! Cuando Sofía terminó de hablar, Ramón aún no había alcanzado a responder cuando, de repente, sonó el timbre. Al abrir la puerta, era "Lucía". Ella sostenía una cartera en la mano, de pie en la entrada, con el rostro lleno de impotencia. —Ramón, ¿no contestas el teléfono? Olvidaste tu cartera en