Capítulo 239
Carla, sonriendo, tomó un puñado de dulces de la bandeja de frutas y se los ofreció a Benicio, preguntándole con voz suave: —Benicio, ¿cómo te fue en los exámenes finales? ¿En qué lugar quedaste en la clase?
Benicio, el hijo menor de la tía rizada, cursaba el sexto grado de primaria y era bastante travieso; sus calificaciones eran bajas y con frecuencia recibía quejas de sus maestros.
Cuando la tía rizada escuchó a Carla preguntar por las calificaciones de Benicio, su habladora boca se cerró de golpe, y una expresión de vergüenza cubrió su rostro.
Benicio, sin preocuparse por sus malas notas, respondió con honestidad a los adultos: —Saqué un cuatro en matemáticas, un tres en lengua y literatura española, un cuatro en inglés, y en la clase estoy...
—Basta, no sigas, no solo es vergonzoso para ti, sino también para mí,— lo interrumpió la tía rizada.
—¿Qué tiene de vergonzoso? Estoy mejorando,— replicó Benicio, sin estar convencido. —El semestre pasado quedé penúltimo, y este semestre mej

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