Capítulo 306
Luisa desvió la mirada con cierta incomodidad, fingiendo no haber escuchado nada.
Francisco se frotó la cabeza resignado. —Tía Berta, ya deja de preocuparte por mí.
—¿Cómo no voy a preocuparme? ¿Sabes que hace unos años, cuando no mostrabas interés alguno por las mujeres, tu madre y yo pensamos que quizás te gustaban los chicos? ¡Estábamos desesperadas, pero no nos atrevíamos a preguntarte al respecto...!
Berta no alcanzó a terminar la frase, pues Francisco le tapó la boca de inmediato con una mano. —Cada vez dices cosas más absurdas.
Luisa no pudo contener su carcajada.
Berta se detuvo. —No se preocupe, abogada Luisa, la orientación sexual de Francisco es normal. Tengo que irme por un asunto; ustedes coman tranquilos.
Luisa respondió con mucha cortesía: —Está bien, hasta luego.
—¡Hasta luego, mujer de mi sobrino! —dijo Berta con una sonrisa de oreja a oreja.
Luisa: —...
Después de que Berta se fue, Francisco se disculpó con el rostro lleno de tristeza. —Perdón, abogada Luisa, la tía B

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