Capítulo 368
A mediados de mayo, Don Manuel terminó su gira de entrevistas por Europa y regresó al país para realizar las honras fúnebres de su esposa e hijo.
El funeral de Víctor y doña Ximena tuvo lugar el diecisiete de mayo.
Ese día, el cielo estaba encapotado, con nubes gris plomo colgando bajas, y el aire se sentía bastante opresivo y sofocante.
A quince kilómetros al norte de la casa de los Martínez se encontraba un cementerio privado.
Allí estaban enterrados los antepasados de la familia Martínez, generación tras generación.
Filas de lápidas alineadas en un silencio sepulcral se erguían como guardianes del tiempo, testigos de incontables finales de vida.
Ahora, se habían añadido dos nuevas lápidas, grabadas con los nombres, fechas de nacimiento y de fallecimiento de los difuntos.
Los asistentes, vestidos de negro, con rostros graves y dolidos, ingresaban poco a poco a ese lugar de quietud.
Las dos tumbas estaban dispuestas una sobre la otra, simbolizando distintas generaciones.
Ramos y coron

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