Capítulo 381
La última vez en el hospital, cuando supo que Francisco había conseguido el amuleto religioso de la iglesia de la Luz Eterna para Luisa, Carla fue entusiasmada a contárselo a Miguel en cuanto llegó a casa.
Miguel reaccionó con gran indiferencia, apenas dijo "ajá", sin añadir nada más.
Carla no supo qué significaba ese "ajá" de Miguel.
¿Acaso estaba insatisfecho con Francisco?
¿O ya lo había aceptado en su corazón?
Esa vez, cuando Francisco llegó a la casa de los González, Carla y Miguel estaban allí.
Francisco había recibido una buena educación, y cada vez que visitaba la casa de los González nunca llegaba con las manos vacías.
En sus visitas anteriores también había traído obsequios.
Pero en aquellas ocasiones, Miguel y Carla no habían estado presentes al mismo tiempo.
Francisco saludó respetuoso a Miguel y enseguida le entregó los obsequios que había preparado.
Dos botellas de licor de alta gama y unos granos de café de mejor calidad.
Se había informado de antemano: Miguel no fumaba,

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