Capítulo 421
La voz del hombre sonó ronca: —No he venido solo, vine turnándome para conducir con Alejandro. Querida, tengo que verte para quedarme tranquilo.
Más de novecientos kilómetros. En condiciones normales, sin tráfico, el trayecto tomaría alrededor de diez horas. Sería mucho más considerando que había inundaciones desastrosas. Para llegar allá tardaría más.
Luisa apretó el teléfono con los nudillos. Un temblor le recorrió el corazón y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Se sentía conmovida, pero, al abrir la boca, le dijo con un tono sarcástico: —¿Quién te dijo que vinieras a buscarme? Aquí hay inundaciones, es muy peligroso. No te emociones contigo mismo, ¿sí? No puedo hacerme responsable si le pasa algo al heredero de la familia Martínez. Estoy bien, vuelve ya, no tienes que venir.
Andrés sonrió con ironía. —Nadie me pidió que viniera. Quise venir yo mismo. Cariño, no te preocupes. Si algo me pasa, será mi propia culpa. No tiene nada que ver contigo.
A Luisa se le apretó la garganta, los

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