Capítulo 495
Al enfrentar a Luisa, su salvadora, él no solo no le agradeció, sino que también la miró de manera extraña, y su tono fue igualmente raro.
El hombre levantó ligeramente la barbilla, mostrando una expresión orgullosa y fría, incluso con cierto desdén. —¿Eres tú la que llevó a mi padre al hospital?
Luisa respondió: —Sí.
Luisa arrugó la frente. Al ver la actitud del hombre, temía que...
Tal como Luisa lo había supuesto, enseguida el hombre dijo: —¿Fuiste tú quien lo empujó?
La expresión de Luisa se volvió enigmática al instante, con una mirada de entendimiento.
En sus ojos brilló una pizca de sarcasmo. Curvó fríamente los labios y negó con la cabeza. —No, fue tu padre quien se cayó solo. Nadie lo empujó.
—¿Todavía te atreves a negarlo? Mi padre está muy sano, tiene más de setenta años y aún trabaja en casa. Si no lo hubieras empujado, ¿cómo es posible que de repente se cayera mientras caminaba por la calle? —replicó el hombre.
Entonces, ese hombre dijo algo sumamente descarado.
—Si no fui

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