Capítulo 20
—¿Por qué no puedo decirlo? ¿No puedes soportarlo?
—Presumes de amarme, pero fuiste capaz de permitir que una panda de desconocidos me abofeteara en público. ¿No era ese tu modo de vengar a Sonia? Una asesina como ella no merece ni una lágrima, y tú no eres mejor que ella.
Las palabras de Laura, tajantes y crueles, atravesaron el corazón de Víctor como un cuchillo.
Sin volver a mirarlo, añadió, con total frialdad: —Si te queda algo de dignidad, no vuelvas a aparecer ante mí.
La ventanilla se cerró lentamente y el coche arrancó, alejándose con rapidez.
Víctor se quedó agachado en el suelo, la cara hundida entre las manos, ahogado por sollozos y un dolor que le desgarraba por dentro.
Así, su figura se fue haciendo cada vez más pequeña en el retrovisor, hasta desaparecer por completo.
Dentro del coche reinaba un silencio absoluto. Laura se puso el cinturón y trató de calmar la tempestad interior.
Sintió, por fin, como si una piedra que llevaba años oprimiéndole el pecho se hubiera hecho a

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