Capítulo 25
Al día siguiente por la mañana, Elena estaba de pie junto a la ventana y le hizo una señal a Julia.
—Julita, ¿ven a ver si ese de ahí abajo es Francisco?
Julia se detuvo en seco mientras se cepillaba concentrada los dientes y, con el cepillo aún en la boca, se acercó a la ventana para mirar hacia abajo.
En un solo vistazo, emocionada vio a Francisco de pie, erguido, justo debajo del edificio.
Ella sabía muy bien que él no podía verla, pero, sin saber por qué, Julia de repente se sintió algo tímida.
Especialmente porque Elena, a su lado, seguía comentando con una sonrisa burlona.
—De verdad que es un hombre muy apasionado, ¿eh? Como un perro faldero tan temprano y ya viene a buscar a su novia... Julita, ¿cómo lograste entrenarlo para que sea así? ¡Tienes que enseñarme ese truco algún día, jajaja!
Al oír esto, Julia se sonrojó, así que se apresuró a cambiar de tema.
—Eli, ¿por qué no desayunas con nosotros? ¡Después de comer vamos juntas al trabajo!
Elena tomó una bolsa de pan de la mesa

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