Capítulo 11
Gloria terminó de limpiar la pequeña tienda; se puso las manos en la cintura y soltó un largo suspiro.
Ya había pasado casi medio mes desde que dejó a Abelardo.
Eligió mudarse a una ciudad pequeña, donde el aire era fresco y el ritmo de vida, pausado, algo que le agradaba.
Nada más llegar, Gloria, fiel a su carácter decidido, alquiló un local; no era muy grande, pero suficiente para montar su propia cafetería.
Todo estaba ya en orden. Gloria guardó los utensilios de limpieza y cerró la puerta con llave.
Frente al cristal de la entrada, se regaló una amplia sonrisa.
¿Cuánto tiempo hacía que no sonreía así...?
Pensar en ello le provocó de nuevo ese sutil dolor en el pecho que creía ya insensible.
Abelardo, Carmen y el hijo de ambos seguramente estarían ahora viviendo una vida feliz.
—Abelardo... —murmuró, pero enseguida negó con la cabeza, apartando ese nombre de su mente.
Ya había empezado una nueva vida, ¿cómo podía seguir dejándose afectar por lo que quedó atrás?
Mientras permanecía d

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