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Capítulo 317

“¿Por qué decidiste casarte con Isabella entonces?”, preguntó Stella. “Creí que no tenía otra alternativa. Debía encontrar una madre para ti y ser un buen padre para Sophia, pero no me imaginé que Isabella se dedicaría a intimidarte y enseñara a Sophia a hacerlo. Reconozco que me dejé llevar y te descuidé”, se justificó David. Solo entonces Stella se dio cuenta de que lo que había deseado durante años era una explicación de su padre. Le hubiera bastado con eso para sentirse mejor. Ahora, por fin, obtenía lo que había anhelado por tanto tiempo. “¿Por qué no vuelves a casa? Después de todo, los Richard somos tu familia”, preguntó David, expresando el motivo de su visita. “No, no lo haré. Cuando esté completamente recuperada, volveré a la corte y enfrentaré de nuevo a RK. Quiero a Adrian de vuelta conmigo y cuando obtenga la custodia, nos iremos al extranjero. ¡No pienso volver!”, declaró firmemente Stella. “¿No volverás?”, inquirió su padre, muy sorprendido al oír su determinación. “No. Pero antes nos despediremos de ti, te lo prometo. Quiero que Adrian conozca a su abuelo”, dijo Stella con una sonrisa. Cuando RK volvió, hacía poco que David se había ido. Traía las bebidas de Stella, quien prácticamente se abalanzó sobre ellas cuando las vio. “¿Qué te dijo David? ¡Te ves exhausta!”, comentó él con una sonrisa. “Me contó un secreto”, replicó Stella en tono enigmático. No estaba exagerando. “¿Qué gran secreto podría hacerte sentir así? ¡Dime!” RK no parecía tan enérgico como de costumbre, y sus palabras sonaron un tanto débiles. “Ya te dije que es un gran secreto. No puedo contártelo así como así. ¡Oye!, acércame ese té con leche, ¿quieres?” La mente de Stella estaba completamente enfocada en las bebidas, así que no notó la expresión extraña en el semblante de RK. “También te traje limonada… ¿No vas a decirme de qué se trata?”, preguntó RK, cuidando de que ella no alcanzara las bebidas. “¡Oh, está bien! Ya que insistes en saberlo, me he reconciliado con David. Hemos hablado y se han aclarado muchas cosas. Ya no lo odio”, aseguró Stella, con los ojos fijos en los vasos. “Ahora, dame mi té, por favor”. RK no pareció escucharla: “¿Qué secreto es ese? Ustedes son padre e hija, no pueden estar peleados por el resto de su vida. Tienen que dejar de lado el distanciamiento”. El hombre habló como si fuera una persona muy experimentada en el asunto. Pero no terminaba de darle su té, por lo que Stella se sintió muy molesta. “¿Vas a darme el té de una buena vez, sí o no? ¡Se está enfriando!”, protestó ella. Finalmente, él le arrojó el envase con desdén, pero ella lo atrapó como si fuera el tesoro más preciado. La verdad era que RK había escuchado las palabras finales que Stella le dijo a David. Supo entonces que ella volvería a solicitar la custodia de Adrian y que se marcharían juntos del país, para no volver jamás. Cuando supo que ella se había reconciliado con David, se alegró mucho. Pero enseguida se entristeció y, a la vez, se enojó al saber que ella pretendía marcharse con el niño. Creyó que después del tiempo que habían pasado juntos, Stella tendría una mejor opinión de él. Pero fue una ilusión, porque todavía lo odiaba y tenía la intención de alejarse. Era tan cruel que quería desaparecer con Adrian sin decir una palabra. Afortunadamente, la custodia de Adrian estaba en sus manos y esta vez, no la dejaría escapar de nuevo. La ataría firmemente a su lado, junto a su hijo. Stella se atragantó con la bebida y tosió. M*ldición, seguramente RK la estaba censurando para sus adentros. Él era demasiado siniestro, ¿por qué no le decía de una vez lo que quería? ¡Ya era demasiado! **** A la mañana siguiente, mientras Stella dormía, RK bajó a buscar el desayuno. Cuando regresó, ella no se había despertado siquiera. “¡Oye, Stella! ¡Despierta, holgazana! Es hora de desayunar. ¡Stella, arriba!… ¡Arriba!” No importaba lo mucho que Stella todavía quisiera dormir, nada podía hacer contra la inigualable técnica de RK para despertarla. No tuvo más remedio que abrir los ojos. “¿Qué tenemos aquí? ¡Alguien te trajo flores!”, dijo RK al encontrarse un ramo de jacintos sobre la mesa. Sospechó que alguien estaba interesado en Stella y le envió flores mientras él estaba fuera, por lo que rápidamente activó el modo de interrogatorio. Stella también se sorprendió mucho al ver las flores: “¡Oh! ¿No las compraste tú? Estaba dormida. Además, todos mis amigos ya saben que estoy en el hospital, así que no creo que hayan enviado flores otra vez”. El jacinto era la flor favorita de su madre. Era muy extraño. Stella se preguntó quién pudo haberlas enviado. RK, por su parte, tenía una expresión impenetrable en su rostro. “¡Vamos, Stella, dime la verdad! ¿Sedujiste a uno de los médicos de este hospital cuando yo no estaba?”, insistió. Era obvio que RK seguía sospechando.

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