El placer era tan intenso que no pude soportarlo más. Estaba a punto de perder la cabeza y el dolor punzante entre mis piernas se volvió insoportable. El calor entre mis piernas se convirtió en humedad mientras mis jugos amorosos brotaban de mi agujero del amor y me mojaban las bragas.
"¿Ya es suficiente?" Osirio bromeó suavemente después de levantar la cabeza para mirarme a los ojos.
Osirio se apartó de mí lo justo para quitarse la ropa antes de volver a mí. Aproveché ese breve instante para recuperar el aliento lo mejor que pude. Osirio regresó con una mirada de hambre en los ojos, y supe perfectamente lo que quería de mí. Su gran mano me agarró las rodillas y me las levantó antes de separarme los muslos.
“Osirio…” gemí ante lo repentino de su acción.
—Ya deberías estar bastante mojado —dijo Osirio con confianza.
Tenía razón. Sentía mis fluidos resbaladizos entre las piernas y sabía que me había mojado lo suficiente como para poseerme. Osirio no esperó mi confirmación. Sus manos apar