Capítulo 14
Manuel se encerró en el oscuro estudio durante tres días enteros.
Las cortinas permanecían cerradas, bloqueando toda la luz y el bullicio del mundo exterior.
El cenicero rebosaba de colillas, y el aire estaba impregnado de un fuerte olor a tabaco y una calma casi podrida.
Intentaba adormecer sus pensamientos caóticos con nicotina, intentaba usar la oscuridad para aislar aquella figura que seguía apareciendo en su mente y esa frase que lo había trastocado todo
El teléfono vibraba sin cesar sobre el escritorio; la pantalla se encendía y apagaba una y otra vez: todos eran mensajes de Nuria.
—Señor Manuel, ¿qué le pasa? ¿Por qué no me contesta?
—¿He hecho algo mal?
—Me duele mucho la garganta, te extraño... ¿podrías venir a verme?
Antes, al leer mensajes como esos, su corazón se llenaba de culpa y compasión de inmediato.
Pero ahora, esas palabras solo le provocaban una irritación inexplicable y... cansancio.
Trató de convencerse: Sara había muerto, sus rencores estaban saldados.
Le debía a

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