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Capítulo 14

En ese momento, él no esperaba encontrar a nadie que intentara bloquear su camino, pero sonrió de inmediato, entrecerrando los ojos. "¡Así es! Se llama Augustine. ¿Podrías llevarme con él?". "Que yo recuerde, no hay ningún niño de tu edad en la familia Giltstone. ¿No te habrás equivocado?", preguntó Yallop, arrodillándose frente a él para examinar su rostro. El pequeño comenzó a parpadear rápidamente y elevó un poco su volumen de voz. "No cometí ningún error. Mi tío es el señor Giltstone. Si no me crees, llévame a verlo, él podrá aclarar tus dudas". "¿Qué traes en tu mochila?", preguntó la mujer en estado de alerta. "¡No mucho! Un par de bocadillos y algunas otras chucherías ¿Quieres ver?". Dicho eso, el pequeño abrió la pequeña mochila, para mostrarle el contenido. La asistente Yallop extendió la mano y sacó dos pastelillos, un paquete de pañuelos desechables y una botellita de repelente de mosquitos. La recepcionista que iba a su lado se tapó la boca tratando de evitar que se oyera su risa. ¡Era un niño adorable! El pequeño también era inteligente, ya que había escondido el currículo en un compartimento secreto de su mochila. Después de revisar cuidadosamente sus pertenencias, la asistente Yallop continuó mirando al chico, con el rostro lleno de confusión. "Podría asegurar que no hay ningún niño de tu edad en la familia Giltstone". "Quiero ver a mi tío, quiero ver a mi tío, quiero ver a mi tío. Llévame con él para que te diga quién soy", dijo Zeph con enojo y sin intenciones de quedarse callado. Su semblante mostraba un gracioso puchero. La asistente Yallop examinó su cara con atención y quedó sorprendida. ¡No eran solo sus rasgos, sino que incluso la expresión arrogante en su rostro era la misma que la del presidente! "¿Estás seguro de que eres miembro de esa familia?", preguntó ella con voz insegura; sin embargo, todavía dudaba en llevarlo ante su jefe. "¡Si no vamos ahora mismo a ver a mi tío, me enojaré! ¡Debes saber que las consecuencias serán graves!", dijo él con tono amenazante. Sin embargo, lo que sobresaltó a la mujer, fue que levantó las cejas. Ella llevaba tres años trabajando con su jefe, por lo que estaba muy familiarizada con sus expresiones. Y ese modo de levantar las cejas era exactamente igual al del señor Giltstone. "Está bien, vamos con él", respondió la mujer, cediendo a su petición, sin atreverse a preguntar nada más con respecto a su familia. Yallop pensó que su jefe podría aclarar la situación. Además, ella había revisado cuidadosamente esa pequeña mochila, y no había nada peligroso en su interior. Como la asistente llevaría al niño, la recepcionista se sintió decepcionada, pues había perdido la oportunidad de conocer personalmente al presidente. El plan del pequeño había sido exitoso. Ya solamente se interponía una puerta antes de conseguir su objetivo. Estaba tan emocionado que sus ojos brillaron como un par de estrellas refulgentes. Acto seguido, siguió a la mujer del traje gris hacia una puerta; en realidad, Zeph no estaba nervioso. Sabía que al encontrarse con él, le presentaría a su mami para que fuera su novia y eso le daría gusto. La asistente Yallop llamó a la puerta, por lo que se escuchó una voz que dijo: "Adelante", entonces, ella abrió. El pequeño la siguió de cerca y cuando él vio el interior de esa gran oficina, exclamó en voz baja: "¡Guau! ¡Qué lujosa!". Él todavía no se daba cuenta de que había una esbelta figura sentada en el sofá. Era un hombre delgado, que vestía un traje negro. Su cuerpo era bien proporcionado, y en términos de su apariencia, esta era extraordinaria. Su cabello oscuro estaba cuidadosamente peinado hacia atrás, con lo que dejaba al descubierto sus rasgos simétricos e impecables. Bajo sus cejas, perfectamente arqueadas, había una mirada enigmática que exudaba una gran elegancia. A pesar de su encanto, él despedía una sensación de peligro indescriptible. A pesar de estar sentado tranquilamente en el sofá, su poderosa energía era evidente. Expelía una vibración de nobleza y dignidad, que parecía ser la de un emperador antiguo de presencia autoritaria, aunque un tanto opresiva. Miró a la asistente que se acercaba seguida de una pequeña figura, por lo que sus espesas cejas se fruncieron. "Presidente Giltstone, su sobrino vino a verlo", dijo la asistente Yallop, quien, a esas alturas, realmente creía que ese niño era un miembro de la familia de su jefe.

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