Capítulo 33
Era evidente que Vivianna había actuado impulsivamente, y reaccionó de esa manera, porque él se había aprovechado de ella.
Las leves marcas de sus dedos aparecieron en el apuesto rostro de Augustine. Después, ella se contempló la mano, sorprendida por lo que había hecho.
¡Dios mío! ¡De verdad, se había atrevido a abofetearlo!
La joven no salía de su asombro.
De pronto, Augustine se acercó a ella como si estuviera hechizado, y Vivianna retrocedió, conteniendo la respiración.
"¡Me diste una bofetada!", le dijo él con voz baja y ronca, lo que le daba un aire intimidante y peligroso.
Desde que era un niño, nadie lo había regañado y mucho menos golpeado. Sin embargo, ¡esta mujer se había atrevido a ponerle las manos encima!
En ese momento, Vivianna sintió pánico, pero aun así le respondió: "Sí, porque te lo merecías, ya que te estabas comportando como un idiota...".
Al escuchar esas palabras, el rostro de Augustine se ensombreció, pero le advirtió de inmediato: "Nunca voy a olvidar esta ofe

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