Capítulo 15
Una semana después, la sala del tribunal estaba completamente llena.
Adrián, vestido con el uniforme de presidiario, se sentaba en el banquillo de los acusados con la mirada vacía, los labios moviéndose sin emitir sonido alguno.
Rafael y Gabriela, con la cara cenicienta, se sentaban a su lado.
—Con respecto a la víctima, la señorita Sofía…
El fiscal acababa de abrir la sesión cuando, de pronto, un alboroto estalló al fondo de la sala.
Las pesadas puertas de madera se abrieron, y una figura delgada apareció de pie contra la luz.
Sus pasos resonaron con especial claridad en el silencio.
Cuando Sofía avanzó hacia la zona iluminada, mostrando una pálida pero firme expresión en la cara, toda la sala explotó en caos.
—¡Sofía!
—¡Miren, es Sofía!
Todos la contemplaron con absoluto espanto.
¿No estaba muerta?
Los periodistas apretaban los obturadores como locos.
Gabriela lanzó un grito y se desmayó en el acto. Rafael temblaba de pies a cabeza. Adrián se puso de pie de golpe, clavando los ojos e

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