Capítulo 9
La voz de la joven periodista se elevó de golpe, vibrante y firme como un martillazo contra el suelo.
—¡Por favor, respondan de frente! Ustedes y Adrián se confabularon para someter a Sofía a hipnosis profunda, obligándola a pronunciar esas palabras de autonegación y autodestrucción. ¿¡Para qué exactamente!?
El silencio se apoderó de toda la sala.
Todas las cámaras se enfocaron de inmediato en la joven periodista y, al instante siguiente, giraron bruscamente hacia el estrado, clavándose en las tres caras que, de pronto, habían quedado rígidas y completamente desprovistas de color.
La pregunta que ella había lanzado cayó como un trueno que partía el cielo.
La sala entera quedó muda.
Esas tres caras se habían vuelto mortecinamente pálidas.
—¡Tonterías! ¡Eso es calumnia! —Rafael, forzando una falsa compostura, intentó contraatacar.
—Si es calumnia o no, ¡que hable la evidencia! —La periodista no retrocedió ni medio paso; su mirada era afilada como la de un halcón—. ¡Justo hoy he entregado

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