Capítulo 15
Elisa se encerró en el estudio durante tres días a causa del acoso de Simón.
Parecía haberse vuelto emocionalmente inestable y no quería ver a nadie. Al tercer día, Román llamó a la puerta hasta que ella abrió.
Él no mencionó que Simón había estado arrodillado abajo hasta desmayarse; solo se quedó en el umbral sosteniendo la caja de materiales de pintura.
—Los arces del campo ya se han puesto rojos, ¿vamos a verlos?
Cuando el auto salió de la ciudad, Elisa mantuvo la mirada perdida en las hojas de los plátanos que pasaban junto a la ventana.
Hasta que llegaron al camino de montaña cubierto de hojas caídas y Román detuvo el auto junto al arroyo, ella por fin abrió la puerta.
El viento de finales de otoño soplaba agradablemente sobre el cuerpo, el agua del arroyo salpicaba en pequeñas gotas, y el bosque de arces al otro lado parecía una llama encendida, tan hermoso en su rojo ardiente.
—¿Lo intentas? —Román le ofreció un lápiz, mientras él montaba el caballete para pintar el arroyo del n

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