Capítulo 60
Sergio la dejó hacer, intrigado por ver hasta dónde llegaría Clara y qué otros trucos podría jugarle.
—¿Te gustan las joyas bonitas?
Clara asintió con seriedad: —No solo me gustan, sino que me fascinan.
—¿Las quieres?
—Por supuesto.
Sergio fingió reflexionar por un momento: —Qué lástima... ya le he dado el puesto de acompañante a Amelia.
—Recuerdo que anoche alguien dijo que ese tipo de mujer no merecía ocupar tus emociones. ¿Y ahora qué pasa? ¿Vas a competir con la basura por mi atención?
Pensó que Clara estallaría de ira, pero, para su sorpresa, ella adoptó un gesto pensativo, casi sereno.
—Creo que tienes toda la razón, cariño. Una persona debe ser coherente. Romper una promesa es lo más imperdonable que puede hacer.
Con un ademán ligero, Clara le dio un par de palmadas en la mejilla: —Así que, si mañana no llevas a Amelia a esa subasta, te despreciaré por el resto de mi vida.
Sergio arqueó una ceja: —¿Eso fue una amenaza?
—No. Es la verdad.
—Pensé que pelearías por esta oportunidad

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