Capítulo 5
Desde el punto de vista de Percival.
En sus ojos aún había lágrimas, lo que le daba un aire más inocente y lastimero. Al igual que un pobre gatito asustado, era inevitable no desear protegerla y consolarla.
¿Qué significaba ser poco atractiva para mi abuela?
Me fue imposible resistirme a acariciar su cara, pero enseguida esquivó mi mano, mientras seguía temblando sin parar.
"Por favor... Por favor, no quiero ir con él. No quiero... Además, no le contaré a nadie que intentó hacerme eso. Pero no me lleves con él", exclamó.
¿Él? ¿A quién se refería? ¿Qué le había hecho ese hombre?
"¿Quién...?", iba a pedirle una aclaración cuando me percaté de que llevaba la ropa desaliñada y ni siquiera usaba zapatos. Y por la expresión hostil de sus ojos, estaba casi seguro. Alguien intentó abusar de ella.
Cerré los puños y me dediqué a pensar en posibles sospechosos. No sabía por qué estaba tan enfadado, quizás era la naturaleza de un hombre, aunque fuera una esposa falsa, ¡no podía ser tratada así!
"Primero debes ponerte de pie, yo me encargaré", le prometí mientras la ayudaba a levantarse.
Al parecer, no le gustó mucho lo que le prometí, pues enseguida negó con la cabeza y contestó: "¡No, no, no, no se lo cuentes a nadie!"
Le dolía la cabeza, así que moverla de esa manera solo hacía que se sintiera más incómoda, por lo que la detuve de inmediato: "¡Bien, bien! Tranquilízate".
Gracias a mis palabras tranquilizadoras, por fin se calmó, y observé con preocupación la herida que tenía en la cabeza, pero, por suerte, no había sangre. A lo mejor mi expresión serena hizo que malinterpretara que estaba enfadado, y me explicó en un susurro: "No me pasa nada, no se lo cuentes a nadie, ¿sí? Ese hombre es mi esposo".
Era muy ingenua, por poco abusaban de ella ...
¡Un momento! ¿Qué fue lo que dijo?
¿Su esposo? Pero ese era yo.
...
Mientras tanto, en otro lugar.
"Señorita Howell, ¿está bien?", la maquilladora de Violet, Sabrina, preguntó de pronto.
Entonces ella levantó la vista. "Sí. Desde luego, estoy bien".
"Es que... Lleva mucho tiempo observando su teléfono...", le mencionó con prudencia.
Violet soltó un suspiro con pesadez. "Ah, no es nada. Estoy esperando una llamada, pero al parecer hoy está muy ocupado".
Estaba a punto de salir al escenario. Antes, su novio estaba siempre pendiente de su agenda y la llamaba para animarla cuando se disponía a cantar, pero hoy no lo hizo.
"Lo lamento, señorita. Volveré en media hora", tras decir eso, Sabrina se marchó.
Por lo que, Violet volvió a suspirar. Le resultaba muy difícil de asimilar la idea de que Percival tuviera una supuesta esposa temporal viviendo en su casa.
Confiaba plenamente en él, pero no en la chica con la que se había casado.
Después de pensar en ello, no resistió la tentación y marcó su número...
...
Desde el punto de vista de Regina.
Al día siguiente por la mañana.
Me levanté de golpe, sintiendo una extraña y cálida sensación en mi cuerpo.
En cuanto abrí los ojos, constaté que me encontraba en una superficie que me resultaba muy poco familiar.
Y se movía tanto de arriba a abajo.
Al alzar la cabeza, mis ojos se agrandaron al comprobar que se trataba del pecho de un hombre.
"¡Ah!", exclamó algo bajo.
¿Quién era él? ¿Cómo pude quedarme dormida en sus brazos?
Después de pensar un rato, me vino a la cabeza lo ocurrido ayer.
Dios, al parecer lo jalé para impedir que se fuera anoche...
Tras meditarlo, observé su rostro y me di cuenta de que fue él quien me salvó.
Su nariz perfilada realzaba sus pómulos prominentes.
Hermoso era poco para describir a este hombre.
Sin embargo, al poco tiempo me di cuenta de que no podía ser. Si mi esposo se enteraba, ¡este hombre también pagaría las consecuencias! Tenía que irme pronto.
Antes de que pudiera apartar su fuerte mano, ¡se despertó!
"¿Cómo te encuentras?", oír su voz ronca provocó un escalofrío en todo mi cuerpo.
"Me... Me encuentro bien, gracias", contesté mientras me alejaba de él.
Percibió mi rechazo y enseguida se levantó de la cama sin decir nada.
No recordaba lo que le conté anoche, pero sí que me iba a ayudar a investigar. Tenía que detenerlo. No... No podía irme de aquí, ya había pagado el hospital, y si me obligan a devolver el dinero, no podría hacerlo.
"Bueno, yo... Por favor, pretende que no ha pasado nada. Mi esposo...", pero antes de que pudiera terminar la frase, me interrumpió.
Al tiempo que se abrochaba la camisa, declaró: "No puedo. Ya vi las cámaras de seguridad. Probablemente el hombre del que hablas es Austin, te daré una foto para que puedas confirmarlo".
Fruncí el entrecejo. ¿A qué se refería? ¿Él podía ver las cámaras de seguridad del lugar? ¿Quién d*monios era?
"¿Quién eres tú?", pregunté con inquietud.
Entonces anunció: "Soy Percival Saunders, tu esposo... Mejor dicho, esposo temporal".
¡¿QUÉ?!