Capítulo 64
Punto de vista de Percival
Moví la cabeza para profundizar nuestro beso. Regina abrió más la boca y yo aproveché para entrelazar nuestras lenguas.
Como respuesta, g*mió. Al oír aquel erótico sonido, mi autocontrol desapareció.
Nos di unos segundos para tomar aire, antes de volver a besarnos.
Nuestros labios se abrieron de par en par. Mi lengua se deslizó en su boca, hasta chocar con la suya. Acto seguido, la enredé con la mía y succioné suavemente, para transmitirle lo que sentía por ella.
«¡Dios, nunca me canso de su saber!», pensé.
De repente, mis manos se movieron por sí solas. La puerta del baño se abrió de golpe. Sin perder tiempo, empujé a mi mujer al interior.
Me metí, cerré la puerta con desesperación, cargué a Regina y la senté en el lavabo.
“Percy…”, murmuró.
Yo me acomodé entre sus piernas, coloqué mis manos en sus mejillas y la besé una y otra y otra vez.
No me imaginaba besando a nadie más así.
Ella me correspondió, colocando sus manos sobre mi espalda y... En ese momento

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