Pero Diana no sabía cómo distinguir la verdad de sus palabras. Intentó provocarlo. "¡Deja de mentirme! ¡Tú eres el que Kiki envió para matarme!".
Simon la miró sorprendido. "¿Cómo puedes pensar eso de mí?".
Él la amaba tanto. ¡Nunca la lastimaría!
"¿Por qué no?”. Diana se rio. "No lo olvides, Simon. Ayer mismo intentaste hacerme tomar esa píldora venenosa".
Apretó los puños y respiró hondo. "Te dije que no vinieras a buscarme nunca más. Nunca confiaré en ti".
Con eso, ella dio instrucciones a uno de los guardaespaldas para arrastrar Simon lejos mientras se sentaba en su coche.
Como no podía saber si Simon estaba diciendo la verdad o no, tomaría sus palabras con precaución.
Ella aceptaría su sugerencia de tomar otro coche.
Pero no su coche.
“Vamos". Miró fríamente por la ventana al hombre al que solía tratar como a un buen amigo. Le indicó al guardaespaldas que condujera delante. "No será bueno si llegamos tarde”.
El hecho de que Shiloh la llamara para recordárselo demostraba