Capítulo 17
Cuando María regresó a la familia Fernández, sintió de inmediato una atmósfera opresiva.
Francisco estaba sentado en el sofá de la sala, con la cara tan sombría que resultaba aterrador.
Isabel, vestida con un elegante qipao, permanecía de pie a un lado; su expresión era compleja, aunque no decía nada.
Carmen, sentada en el extremo opuesto del sofá, tenía la cabeza gacha y la cara pálida; era evidente que ya había sido reprendida.
Como el asunto se había convertido en tendencia en las redes sociales, Carmen sabía muy bien que había provocado un desastre.
—Al fin has vuelto, desgraciada. —La voz de Francisco era tan fría como el hielo, y su mirada se clavó en María con agudeza.
Ella lo miró con indiferencia y respondió en un tono sereno: —¿Qué quieres de mí?
Su voz era tan distante que parecía estar hablando con un extraño.
En el corazón de María, Francisco era incluso menos que eso.
Solo pensar que aquella pareja despreciable había sido la causa de la muerte de su madre le hacía hervir

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