Capítulo 35
Todas las miradas se centraron en María; los ojos de todos estaban llenos de asombro.
¡Qué mujer tan hermosa!
Era como un cisne blanco y altivo, noble, puro, y de una belleza indescriptible.
Alejandro y Carmen, que estaban a poca distancia, también volvieron la vista; en sus caras no solo había asombro, sino también estupor.
¡Porque la acompañante del joven de la alta sociedad, Diego, resultó ser: María!
¿Esto... Cómo era posible?
¿Desde cuándo se había acercado María a Diego?
Y, además, ambos asistían juntos a la fiesta.
Diego era una persona muy discreta; por lo general rara vez acudía a este tipo de eventos.
Pero ese día había venido.
Y había traído una acompañante, lo cual sorprendió a todos por completo.
Alejandro arrugó la frente; su mirada oscilaba entre María y Diego, y en su corazón se agitaban emociones complejas.
Ella ya era deslumbrante por sí sola, y ahora lo era aún más, como si hubiese renacido de la noche a la mañana; era imposible ignorarla.
Alejandro se preguntó para

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