Capítulo 46
Carmen también tenía buen ojo; siempre que Sara se fijaba en algo, ella inmediatamente sacaba la tarjeta para comprarlo por ella.
Carmen sabía que, para recibir algo, primero debía dar.
De todos modos, su padre le había dado una tarjeta de crédito con un límite elevado, así que podía usarla sin problemas.
Esto también se consideraba una inversión; todo valía la pena.
Al ver esto, Sara se sintió muy satisfecha.
Como era de esperar, proveniente de una familia adinerada, era generosa, muy distinta a aquella María, que desprendía un aire de mezquindad.
En realidad, Sara había olvidado que María también le había enviado numerosos productos de marca y cosméticos de lujo.
Pero, como siempre había menospreciado a María, no recordaba los favores que le había hecho.
Ambas continuaron recorriendo las tiendas de ropa de lujo.
En cuanto entraron, las vendedoras captaron inmediatamente el aroma del dinero y se acercaron a saludarlas. —Señora, bienvenidas. Estas son nuestras últimas colecciones, maje

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