Capítulo 48
Parecía que debía buscar una oportunidad para advertirle que no hablara tonterías frente a la señora Lucía.
En ese momento, María salió del probador.
El vestido azul claro realzaba su piel blanca y su temperamento dulce.
Lucía se iluminó ante la vista y no dejaba de elogiar. —¡Qué bonito! Marí, ¡este vestido te queda perfecto!
María sonrió levemente, dio una vuelta y dijo: —Yo también creo que está muy bien, tienes muy buen gusto.
Lucía asintió satisfecha y luego le dijo a la empleada: —Nos quedamos con este, empaquétalo, por favor.
Sara estaba a un lado, observando la interacción cercana entre María y Lucía, sintiendo un torbellino de emociones.
Carmen también abrió los ojos, sorprendida; no conocía a Lucía, pero al ver cuánto respeto le mostraba Sara, dedujo que debía tener un estatus muy alto.
¡Señora Lucía!
¿Sería acaso la famosa heredera discreta de la familia López, los más ricos de Orfelia, de los que tanto se hablaba?
Al pensar esto, Carmen miró a María con ojos llenos de duda.

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