Capítulo 75
¡Qué vergüenza!
Los ojos de Diego se encendieron de repente con un fuego intenso. Tomó la mano de María con firmeza y su voz sonó ronca. —María, ¿estás segura?
Ella asintió. Aunque en su corazón aún quedaba cierta inquietud, sabía que ya no quería seguir escapando.
Diego no dijo nada más. Simplemente la atrajo suavemente hacia su pecho y bajó la cabeza para sellar sus labios con un beso.
El aliento cálido golpeaba el cuello de María, provocándole un cosquilleo eléctrico que la hizo estremecerse.
El beso de Diego era a la vez tierno y ardiente, impregnado de un deseo contenido durante demasiado tiempo.
El corazón de María latía con fuerza; sus manos, sin darse cuenta, se aferraron a los hombros de él, respondiendo a su pasión.
Las respiraciones de ambos se mezclaban, llenando el aire con un halo de intimidad.
Su mano acarició suavemente la espalda de ella; el calor de sus dedos atravesaba la tela ligera hasta su piel, arrancándole pequeños temblores.
Su mente quedó en blanco: solo exist

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