Capítulo 85
Al salir del hotel, María no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
Diego giró la cabeza para mirarla y le preguntó en voz baja: —¿Qué tal? ¿Te acostumbraste?
María sonrió un poco. —Está bien.
Diego apretó su mano con suavidad y, con un tono lleno de ternura, dijo: —En el futuro, en este tipo de ocasiones, si no quieres ir, no tienes que forzarte.
La esposa de Diego solo necesitaba ser ella misma.
María negó con la cabeza. —No pasa nada, salir y ver más mundo tampoco está mal.
—Bien, vámonos.
Muy pronto, se marcharon tomados de la mano.
La mirada de Carmen había seguido a Diego todo el tiempo, observando lo cercano que era con María.
Se quedó atónita.
Así que resultaba que aspiraba a posiciones más altas.
La expresión de Carmen se tornó complicada. Maldita sea, ¿por qué María tenía tanta suerte?
Después de haber sido abandonada por Alejandro, ¿no se suponía que debía estar en la ruina?
¡Ja! Esa desgraciada, sin duda había seducido a Diego.
¿Acaso el señor aún no conocía su verdadera

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