Capítulo 20
Camila llevó a Raúl a un reservado lujoso.
Porque ella sabía que ese tipo tenía muchísimo dinero.
Y además, solo alquilando un reservado podía aumentar su comisión en cien dólares sobre su salario.
Raúl tomó el menú y pidió platos que costaban cientos de dólares sin parpadear; en un abrir y cerrar de ojos ya había pedido una gran mesa llena de comida.
Camila calculó en secreto, y era suficiente para que ella comiera durante tres días.
Lo que no se terminara, lo empacaría para llevar; en el dormitorio había refrigerador y microondas, así que al menos los próximos tres días no tendría que depender de sus habituales fideos instantáneos.
Mientras estaban comiendo, Raúl recibió una inesperada llamada, y del otro lado salió una voz autoritaria diciendo: —¿Dónde estás?
Raúl tembló, casi dejó caer el teléfono al suelo, y nervioso tartamudeó: —... Me dio hambre, estoy comiendo afuera... Baltasar, si está ocupado, puede seguir con lo suyo, prometo que después de comer volveré corriendo a casa a

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