Capítulo 28
Pero esa chica no quiso rendirse; se movía alrededor del auto como un pez aún más ágil, y nadie sabía con exactitud qué método había usado, pero logró por fin abrir el vidrio.
En ese momento él ya estaba inconsciente y no sabía qué más hizo ella para llevarlo a la orilla.
Solo sabía que, tan pronto despertó, la chica estaba soplando aire hacia su boca.
No pudo evitar vomitar toda el agua que tenía en el estómago.
Pero estaba demasiado herido; quería verla con claridad, pero no podía distinguirla.
Solo escuchaba su parloteo constante a su lado.
—¡A tu edad, jugar con autos de carrera! Por poco pierdes la vida, ¿verdad?
—Si no me hubieras encontrado, ya estarías muerto.
—¡Tsk, tsk, estas heridas son demasiado graves!
—Señor, ¿cómo desbloqueó su teléfono? ¡Yo no puedo!
—Señor, primero déjeme sujetarle las piernas, ¡resista un poco más, por favor!
...
...
—¡Uf! ¡Finalmente te hemos salvado!
—Primero acuéstate, voy a buscar a alguien para que te cargue, estás demasiado herido, hay que lleva

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