Capítulo 46
Tomás cerró los ojos, pensando emocionado en que alguien pronto lo llamaría —maestro—, hasta que un sonido de tic-tac llegó a sus oídos.
—Vacía su mente, el reloj comienza a contar.
Tomás pensó: "¡Por nada del mundo voy a vaciarla!" "¡Quiero pensar, quiero pensar!"
—Haré lo posible para que te duermas en diez minutos.
Tomás pensó: "¿Diez minutos?" "¡Jajajaja…!" "¡Esta niña sí que sabe presumir!"
—Primero te ayudaré a masajear un poco los puntos de acupresión para relajarte, siente la fuerza.
"Qué agradable es..."
—Señor Tomás, ¿la presión está bien?
—¿Señor Tomás?
—Respóndame señor Tomás
Apenas había tocado los puntos que inducen al sueño, y él ya no podía despertarse.
Incluso emitió un leve ronquido.
Camila no tuvo más remedio que retirar las manos y presionar con fuerza el cronómetro.
Cuarenta y ocho segundos.
Ella permaneció en completo silencio.
¿Este hombre estaba seguro de que tenía insomnio?
Baltasar sonrió y entrecerró los ojos, avergonzado por su propio médico.
Camila se giró

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