Capítulo 74
Esa noche, Camila no pudo conciliar el sueño.
En su mente resonaban las palabras que una a una Lorenzo le había dicho.
Al amanecer, incluso tuvo una pesadilla.
En el sueño, los piratas irrumpían en la isla como fieras salvajes, los disparos retumbaban sin cesar y el destello de las espadas se cruzaba en todas direcciones.
La sangre salpicaba en la arena, tiñendo de rojo la superficie del mar.
Todo el sueño estaba impregnado de un rojo sangriento, como si aún se pudiera oler el penetrante hedor a hierro y muerte.
Un niño pequeño se encogía temeroso dentro de una caja de regalos, con los ojos asomando por una rendija, presenciando con dolor cómo sus seres queridos eran brutalmente asesinados uno tras otro.
Se tapaba con fuerza la boca, sin atreverse a emitir sonido alguno; en sus ojos solo había desamparo, terror y lágrimas...
Camila despertó sobresaltada, con el corazón aun palpitando de dolor.
Solo había sido un sueño, pero la hacía sentir un sufrimiento indescriptible.
No se atrevía a

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