Capítulo 84
Camila recordó con tristeza todo aquello y solo sintió un frío en el corazón, además de cierta ironía.
Cuanto más valoraba ella la familia, más profundo la herían.
Ahora ya no le importaba; aquellos supuestos parientes, por fin, ya no podían hacerle daño.
—Camila. —De pronto la voz de Baltasar sonó a sus espaldas, grave y áspera, pero sumamente atractiva—. ¿Estás bien?
Durante aquel tiempo, Camila había estado viviendo todo el tiempo en la habitación de Baltasar, podría decirse que cuidándolo de cerca.
Cuando ella se levantó de la cama de acompañante y caminó hacia la ventana, Baltasar también despertó, y sus ojos la contemplaron en completo silencio.
La espalda de la joven estaba erguida, su cabello caía con delicadeza sobre los hombros y de todo su cuerpo emanaba una energía extraordinaria y cortante, como si nada pudiera doblarla.
Pero cuanto más era así, más sospechaba Baltasar que ella ocultaba algo doloroso en el corazón.
En ese instante, cuando ella se volvió, su porte era libre

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