Capítulo 96
La puerta del estudio se abrió, y un fuerte aroma a antigüedad y libros invadió el lugar.
A la vista, todo estaba lleno de algunas estanterías hechas de maderas nobles, con libros colocados de manera ordenada.
El espacio parecía ser muy grande, y al caminar se percibía un suave eco.
Todo el estudio desprendía una sensación absoluta de nobleza y dignidad.
Camila de manera inconsciente dio algunos pasos ligeros mientras se dirigía hacia el amplio escritorio de madera fina.
Baltasar, en el instante en que la puerta se abrió, percibió que quien entraba no era Lorenzo; con rapidez cerró los documentos que sostenía y, con una expresión inocente, cruzó las manos sobre ellos.
—Señor Baltasar, ahora debería descansar —dijo Camila.
Los profundos y brillantes ojos negros de Baltasar, sombríos pero claros, se suavizaron de inmediato al mirar a Camila.
Lorenzo, que estaba parado en la puerta, sintió un fuerte nudo en el pecho.
Baltasar nunca lo había mirado con tanta ternura...
Baltasar habló con v

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